FRANCISCO JAVIER PUENTE PEREZ


Hi.. Hello.. Hola.. Alô..ôy


22 jun 2010

El hombre que hace llover

*Tomado de la Nacion (Canchallena.com) Escrito Original de JPV (Juan Pablo Varsky) como pequeño homenaje al Titan

Comenzó a escribir su película en un tormentoso sábado de octubre. Hace doce años. En la misma cancha. Y en el mismo arco. Esa tarde de superclásico, un errático y deambulador Diego Maradona jugó, quizá sin saberlo, su último partido como profesional. Salió reemplazado en el entretiempo por un joven que le cambió la cara al equipo. Se llama Juan Román Riquelme. River ganaba por 1-0. Toresani empató con una delicada definición. Y ahí empezó todo. En esa pelota que no bajaba nunca. En esa cortina de Bermúdez a Burgos que Horacio Elizondo no consideró infracción. En esa elevación para conectar la pelota con su cabeza de platino. En ese pique previo que liquidó al arquero. En esa carrera loca hacia la tribuna Centenario ofreciendo su gol a esa hinchada que aún lo miraba con desconfianza. Hasta ese gol, Martín Palermo era un temible y excéntrico delantero que se había escapado del fracaso.
En 1995, descartado por Estudiantes, había estado a 1000 pesos de firmar un contrato con San Martín, de Tucumán, para jugar en la B Nacional. No hubo acuerdo y se quedó en el Pincha . Florero en el comienzo de la temporada 95-96, su destino cambió cuando renunciaron Russo y Manera tras la 11a fecha del Apertura. Asumió Daniel Córdoba y lo puso como titular en la jornada siguiente, ante Gimnasia y Esgrima, de Jujuy. El arquero jujeño Moreyra puede contarle a su familia que él vio nacer a la criatura. Martín marcó dos goles para el 4-1, el primer triunfo de su equipo en aquel campeonato. Era octubre.
Destinos como Tucumán podían esperar un poco más. De todas maneras, no alcanzaba para una película. Era uno de los tantos futbolistas a los que un cambio de viento les ofrece una oportunidad. Siguió haciendo goles y se dio a conocer. El perfil alto, el furioso platinado, una portada disfrazado de mujer y festejos exóticos en los goles completaban su formulario de personaje. Pero apenas si daba para un cortometraje. Ni siquiera el pase a Boca cambió el guión. Hasta que llegó esa tormentosa tarde de octubre de 1997 en la que, con un gol, evitó que se hablara de un lamentable Maradona.
Todo lo que escribió después es historia conocida. Los goles de todos los colores y el récord para un campeonato corto (20). El número 100 con el ligamento cruzado de la rodilla derecha roto. El 101 casi en muletas a River. Alegres contra Real Madrid en la Intercontinental 2000. Tristes a Banfield dedicados a la memoria de su hijo Stefano. De chilena. De penal con los dos pies. De media cancha. Su último hit , un cabezazo desde 40 metros. La versión adaptada también deberá incluir los tres penales errados en el mismo partido, las operaciones de rodillas, la pared que se le cayó encima en un festejo y la muerte de un hijo recién nacido, al que recuerda en cada festejo con un beso sobre su nombre tatuado. Ya tenemos una película de dos horas y media. Pienso en el actor Russell Crowe. Encaja perfecto en el papel de gladiador.
¿Quién pensó que, a diez años de esa trilogía de penales errados contra Colombia, iba a tener su definitiva reivindicación en el seleccionado argentino? Solamente él. Es inteligente e intuitivo para ubicarse dentro del área. La pelota siempre lo busca. No le teme al ridículo. Es el mejor cabeceador de los últimos 30 años. Pero el secreto está en su lucha y en su perseverancia. No conozco un futbolista con más amor propio que Martín Palermo. En ese aspecto, es el mejor de todos los tiempos. Lo de anteayer no fue un milagro. Un milagro sería que la selección jugara bien. No hay manera.
El caos y la falta de liderazgo se comen cualquier buena intención. Sin ideas y sin concepto, juega a la marchanta. Las ilusiones duran cinco minutos. Esos en los que Messi y Aimar confirman que entre ellos hay una sociedad posible. O en los que Higuaín tira una diagonal, marca un pase y sale un lindo gol. Pero todo se derrumba ante la primera adversidad.
En este contexto nadie puede jugar bien. Ni siquiera Messi. Está claro que Leo no tiene el amor propio de Palermo. Está acostumbrado a que, respaldado por un Barcelona que lo protege y lo potencia, todo fluya y salga bien. En la selección no hay equipo. No es su culpa. Pero en lugar de rebelarse, se desentiende del juego. Esa sí es su responsabilidad. El problema no es Messi, un crack en edad de aprendizaje.
Recordemos las eliminatorias para México 1986. Este duelo contra Perú sacó del archivo el partido del 30 de junio de 1985. La clasificación al Mundial estaba en riesgo. El equipo no funcionó y Diego no pudo rescatarlo. En los momentos de descontrol, no te salva el crack, ni el Diego de 24 años, ni el Lionel de 22. Te salvan atajadas importantes (Fillol, Romero) y los héroes de más de 30 años y mil batallas. Passarella hace 24 años, Palermo hoy. El actual aquelarre se lleva puesto a un jugador como Mascherano, cuya confusión lo induce a tirar un tacazo dentro de su propia área para sacar una pelota ardiente. Tampoco Javier es el problema, más allá de su bajísimo rendimiento y su frustración por no haberse ido de Liverpool.
Tiene razón Diego: la culpa de todo la tuvo un vendaval. Pero se olvidó de aclarar que se trata del temporal interno, que ha venido azotando al seleccionado y del cual él es uno de los dos grandes responsables. El otro es Julio Grondona, que lo puso en el cargo. Con su cambio de Demichelis por Higuaín, el seleccionador mandó al equipo veinte metros para atrás. Perú tomó el mensaje y manejó la pelota. Sin actividad en los últimos 70 días, el defensor entró para jugar de ¡lateral derecho! El plantel no contaba con un especialista para ese puesto. Había sido convocado Pablo Zabaleta, de Manchester City, pero se desgarró en la última jugada del partido ante Aston Villa.
Maradona eligió enojarse con Bilardo porque no había viajado a Inglaterra para evitar su presencia en ese encuentro. El doctor-manager (¿qué hace?) había quedado desacreditado tras su propia confesión de haber difundido nombres de una lista mientras Maradona estaba en el spa italiano. Pero acá está exento de cargos. ¿Diego no sabía que se jugaba el lunes? ¿Nadie vio el partido por TV? ¿Por qué no hablaron con el jugador antes de que tomara el vuelo? Podrían haberse enterado de la noticia el mismo lunes y no el martes a la tarde. Aun así hubo tiempo para buscar alternativas, pero el DT se encaprichó: "Ahora no viene nadie". Un referente del plantel le sugirió que convocara a Clemente Rodríguez, de buen rendimiento en Estudiantes. Maradona rechazó la propuesta y le preguntó al mismo líder qué le parecía la dupla Enzo Pérez- Jonás Gutiérrez para cubrir el costado derecho.
No hay plan ni motivos para ser optimistas. Convoca jugadores compulsivamente como si estuviera tocando todas las teclas de una computadora rota para ver si una arregla todo. Ha utilizado nada menos que 36 futbolistas para estos 7 partidos de eliminatorias. De estos 36, 29 fueron titulares por lo menos en un partido (3 arqueros, 10 defensores, 12 medios y 4 delanteros). En esta tómbola, le sale bien la del arquero Romero (decisivo), mal la de Pérez, regular la de Emiliano Insúa…Mete y saca a Higuaín. Y así recurre a Palermo, hoy el jugador del pueblo.
Cuando Argentina ya había hecho todo lo posible para quedarse fuera de Sudáfrica 2010, sólo una persona creía que todavía había tiempo para cambiar la historia. Y en otro tormentoso sábado de octubre, en esa misma cancha, en ese mismo arco y con un Maradona errático y deambulador; le puso el título a esta historia que viene protagonizando desde hace 12 años: "El hombre que hace llover". Que alguien le avise a Russell Crowe. Dentro de un año le llegará el guión de The Rain Maker. No antes. Martín Palermo aún no terminó de escribir su película.
A la espera de un milagro, pero no de Palermo
Es el mejor cabeceador de los últimos 30 años. Pero el secreto está en su lucha y en su perseverancia. No conozco un futbolista con más amor propio que Martín Palermo. En ese aspecto, es el mejor de todos los tiempos. Lo de anteayer no fue un milagro. Un milagro sería que la selección jugara bien.
jpvarsky@lanacion.com.ar

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